sábado, 7 de mayo de 2011


Qué controlar: ello dependerá de cuáles sean los grandes Objetivos y Propósitos Institucionales, en qué negocio se esté y cuáles sean los puntos neurálgicos del desempeño en relación con su impacto, positivo o negativo, en el logro de tales metas y objetivos…si se trata de una inmobiliaria dedicada al arrendamiento de inmuebles comerciales e industriales, el control de los edificios quizá se concrete a su mantenimiento y es más importante el control de las rentas en cuanto a su monto y a su pago oportuno… cuando se tienen activos en riesgo, como puede ser el caso de un banco o cualesquiera de las otras figuras que otorgan créditos, la prioridad será tener control de la calidad de los créditos otorgados, y su oportuna recuperación, sin que deje de tener importancia el control del margen financiero con que se esté operando, esto es, la diferencia entre la tasa de interés de sus créditos y la tasa de interés de sus depósitos… En fin, si en estos tiempos en los que todos estamos sujetos a una mayor y más agresiva competencia, pudiéramos aceptar que el reto que todos enfrentamos es el de ser más eficientes y productivos, si es así, se nos convierte en prioridad el control de la relación costo-beneficio que resulta del uso o aplicación de los recursos –humanos, financieros, materiales, tecnológicos… de todo tipo- que como empresas, organizaciones e incluso como personas, hacemos en la búsqueda de lo que nos hemos propuesto.


Qué tanto controlar: es ésta una de las más importantes tareas directivas –sin importar la jerarquía que se ocupe en la estructura organizacional-, pues es quien tiene la responsabilidad del resultado y conoce a quienes ha delegado tal responsabilidad, entregándoles los recursos a emplear para lograr el resultado, quien tiene la obligación de contar con el control adecuado para conocer oportunamente la realidad que día con día se vive en su organización, área, departamento, plaza o función, pues es el único camino que tiene para tomar, también oportunamente, las decisiones que hagan posible mantener el rumbo hacia el propósito fijado… sobre éste tema Peter F. Drucker señala: “debe recordarse siempre que el control es un principio de economía y no de moral. El propósito del control es lograr un proceso desembarazado, apropiado y acorde con estándares elevados. La primera pregunta que debe formularse al sistema de control es si mantiene el proceso dentro de una gama permisible de desviación con un esfuerzo mínimo. Gastar un dólar para proteger 99 centavos no es control. Es despilfarro. “Cuál es el mínimo de control que mantendrá el proceso?” es la pregunta apropiada”.


Cómo controlar: con sentido común: sin caer en el extremo de que sea un fin en sí mismo… el control debe ser una muy valiosa herramienta de comunicación que permita a Supervisores y Supervisados “estar en el mismo canal” en una intención de ayudarse mutuamente a lograr el cumplimiento de las responsabilidades de cada uno de ellos. Lo que debe buscarse es el control del trabajo y no del trabajador… una buena práctica es que el control a adoptar surja del propio trabajador, a partir de la información que le sea pedida por su Supervisor en cuanto a saber cómo controla su trabajo; de ese diálogo se puede tener el acuerdo que satisfaga a ambos y con ello los supervisados pueden tener en esa herramienta su autocontrol, para saber, en todo momento, si lo están haciendo bien o mal: la evaluación de desempeño del Supervisor servirá entonces, no para señalar debilidades o errores, sino para acordar apoyos y programas de corrección, capacitación y desarrollo… esto es lo que pudiera llamarse una relación madura a la que se debe tender

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